jueves, 31 de diciembre de 2015

Los Ateneos Obreros

Los ateneos obreros aparecieron en la segunda mitad del siglo XIX como alternativa a los ateneos que la burguesía había ido creando en distintas ciudades como centros para el fomento de la cultura y del arte.
Los ateneos obreros pretendían ser centros culturales populares, es decir, se centraban en las preocupaciones y necesidades culturales y de ocio de las clases trabajadoras. Destacarán, entre muchos ejemplos, el Ateneo Catalán de la Clase Obrera y el Ateneo Enciclopédico Popular.
(Wikipedia)
Hemos señalado que los ateneos obreros se presentaban como una alternativa a los ateneos burgueses pero, conviene, señalar que surgieron también por el desinterés del Estado liberal por la educación y fomento cultural de los obreros.
Los anarquistas mostraron una intensa y constante preocupación por la mejora cultural de los trabajadores. Por su parte, los socialistas se incorporaron después a esta iniciativa desde una posición inicial más recelosa o tímida. A finales del siglo XIX cambiarán de posición y se lanzarán a intentar conquistar el espacio cultural perdido ante los anarquistas, empleando las casas del pueblo. En lo que sí estaban de acuerdo unos y otros era en que el triunfo de sus ideas debía ir precedido o acompañado de la educación del proletariado. Si los obreros no tenían educación ni cultura era imposible que la revolución triunfase.
Los ateneos obreros se organizaron como un espacio común, una casa para todos los obreros, desde donde se difundían doctrinas e ideas sociales y políticas, especialmente las relacionadas con las ventajas de la asociación y la organización como medios para luchar en defensa de sus intereses, además del reforzamiento de la conciencia de clase.
Este primer objetivo se fue acompañando del eminentemente cultural. Se abrieron en su seno bibliotecas populares, centros de lectura, escuelas para adultos y para los hijos de los obreros, espacios para desarrollar el deporte, actividades musicales y teatrales, así como lugares para el ocio.
A comienzos del siglo XX se vivió una verdadera eclosión de ateneos obreros de signo anarquista, pero, también las casas del pueblo socialistas albergaron las actividades propias de los ateneos. Es importante destacar que, en algunos casos ateneos y casas del pueblo llegaron a contar con actividades relacionadas con servicios médicos, mutualidades y economatos.
Eduardo Montagut

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Bakunin

Bakunin es un personaje fundamental en la historia. En este artículo intentaremos abordar sus ideas, aunque sea brevemente.
Mijail Bakunin (1814-1876) procedía de una familia aristocrática rusa. Abandonó su carrera militar y se instaló en Berlín para estudiar. La Revolución de 1848 le sorprendió en Praga donde fue detenido por las autoridades austriacas, siendo enviado a Rusia y desterrado a Siberia. Consiguió escaparse y vivió en varias ciudades europeas, instalándose en Suiza. Bakunin se destacó por su enfrentamiento con Marx en la Primera Internacional.
Bakunin defendía la libertad del individuo pero concebida socialmente. El hombre no podría ser verdaderamente libre sino lo era el resto de seres humanos. Otra de las ideas fundamentales de Bakunin era su rechazo total a la Iglesia como institución aunque admitía la pluralidad de cultos, ya que la religión era una cuestión del ámbito de las conciencias individuales. La educación era contemplada como un instrumento de cambio social. Esta idea caló en el anarquismo. Entre los anarquistas siempre hubo destacados pedagogos, que defendieron un nuevo modelo de educación basado en las ideas libertarias, abriendo escuelas, editando libros y revistas pedagógicas. En relación con esto estaría, también, la preocupación que los activistas anarquistas dieron al desarrollo de la propaganda oral hacia los obreros, muchos de ellos analfabetos.
Bakunin perseguía la eliminación del Estado por considerarlo un instrumento represivo, la desaparición del ejército, innecesario una vez que ya no había Estado; y la creencia en la revolución campesina, hecha desde abajo, por las masas, de forma espontánea, sin participación de partidos políticos de ningún tipo. Estos postulados se basaban en el rechazo radical de Bakunin y del anarquismo, en general, hacia la política y cualquier tipo de autoridad. El anarquismo no consideraba a los obreros industriales como protagonistas exclusivos de la revolución. Bakunin apostaba por los campesinos, mientras que otros anarquistas valoraron también la importancia de otros sectores oprimidos, como los estudiantes y los jóvenes.
Una vez que triunfase la revolución, surgiría una sociedad sin Estado, sin poderes institucionales, que se articularía en torno a comunas autónomas, especie de pequeñas células organizadas en régimen de autogestión. Mediante el sufragio universal masculino y femenino se elegirían a quienes dirigirían las comunas. Éstas podrían federarse o separarse libremente de otras comunas, hasta constituir regiones o naciones, pero manteniendo siempre la capacidad de abandonar la federación en la que se habrían integrado. En las comunas la propiedad sería colectiva.
El ideal anarquista sería, en conclusión, el de una sociedad de hombres y mujeres absolutamente libres, que no obedecerían más que a su razón. Las comunas eran la constatación del rechazo anarquista hacia las grandes concentraciones fabriles y de población, resultado de la Revolución Industrial, ya que, se pensaba que en estas concentraciones era imposible el ejercicio constante de la soberanía, verdaderamente popular.
Bakunin ingresó en 1868 en la Internacional, protagonizando un duro enfrentamiento con Marx en el Congreso de Basilea de 1869. La polémica giró en torno a la participación obrera en la política, rechazada frontalmente por Bakunin. Pero Marx consiguió que la mayoría del Congreso se declarara a favor de la organización de un partido obrero. En el Congreso de La Haya (1872) los anarquistas fueron expulsados de la AIT, aunque éstos convocaron otro congreso en Saint-Imier para rechazar los postulados marxistas.

Eduardo Montagut

martes, 29 de diciembre de 2015

Semana Trágica

La Semana Trágica fue un hecho clave en la historia del movimiento obrero y del reinado de Alfonso XIII. La Semana Trágica alude a los acontecimientos que se produjeron en Cataluña y, especialmente, en Barcelona en la semana final del mes de julio de 1909. El origen de lo que ocurrió estaría en la reacción popular por el envío de tropas –reservistas- a Marruecos. Ante esta decisión gubernamental, los socialistas y los anarquistas iniciaron una campaña de denuncia porque eran los hijos de las clases obreras y campesinas los que tenían que ir la guerra, los que defendían los intereses económicos de las empresas que habían adquirido participaciones en las minas del Rif. Recordemos que en aquella época existía la redención del servicio militar por dinero, y que los socialistas llevaban un tiempo criticando.
En el Congreso de Tarrasa, celebrado entre el 18 y el 20 de julio, se decidió convocar la huelga general. Unos días después se propuso la creación de un Congreso Nacional de Sociedades Obreras que acordaría la huelga en toda España. El comité madrileño fijó la fecha para el día 2 de agosto. En Cataluña el comité estaba integrado por anarquistas, socialistas y por Solidaridad Obrera, y decretaron la huelga para el 26 de julio. La huelga comenzó y se fue extendiendo por las principales ciudades catalanas, especialmente en torno a la capital.
La huelga convocada era pacífica pero, aunque el gobernador civil Ossorio y Gallardo era partidario de la prudencia, se decretó el estado de guerra y se sacó el ejército a la calle, medida que encendió la mecha de la violencia: barricadas, incendios de iglesias y conventos, asaltos a armerías, y como un reguero de pólvora, dicha violencia se extendió a otros lugares. Las tropas se emplearon a fondo y llegaron a usar la artillería. En los primeros días de agosto se dominó la insurrección. Aunque en otros lugares de España hubo protestas no se pueden comparar a lo acontecido en Barcelona.
(Antonio Maura)
Antonio Maura decretó una intensa represión, con muchos encarcelamientos y cinco penas de muerte, entre ellas la de Ferrer i Guárdia, provocando una intensa campaña internacional. La Semana Trágica hizo caer, en el otoño, a Maura.
Decíamos al principio que la Semana Trágica es un hecho muy significativo en la Historia contemporánea española. Efectivamente, y lo es por varios motivos. En primer lugar, constituye la reacción popular más clara y contundente contra la guerra hasta ese momento, además de contra un sistema de reclutamiento que conculcaba el principio de igualdad ante la ley. La Semana Trágica es un capítulo muy destacado de la larga historia del anticlericalismo español en su vertiente social y violenta. Por otro lado, fue una reacción que desbordó al movimiento obrero organizado. Desde el lado del sistema político habría que destacar la incapacidad del mismo para gestionar la crisis, al primar la adopción de decisiones imprudentes frente a la postura menos violenta del gobernador civil. La Semana Trágica generó con una brutal represión que, al parecer, debía ser el único medio para afrontar los problemas sociales No podemos terminar sin aludir a la creciente importancia de la guerra de Marruecos entre las causas que precipitarían en el futuro el final de la Monarquía de Alfonso XIII y del sistema de la Restauración.
Eduardo Montagut

lunes, 28 de diciembre de 2015

Ferrer i Guàrdia

Ferrer i Guàrdia nació en Alella en el año 1854, en una familia de campesinos acomodados con masía propia. Fue un autodidacta en su formación. En 1873 emigró a Barcelona para entrar a trabajar como ferroviario. Allí comenzaron sus inquietudes: se hizo republicano, ingresó en la Masonería y llegó a ser secretario del político Ruiz Zorrilla. Tuvo que exiliarse en Francia donde vivió una muy larga temporada, unos quince años. Allí se ganó la vida enseñando castellano, montando negocios, sin dejar de conspirar contra la Restauración, e involucrándose en los acontecimientos franceses, como en el affaire Dreyfus. Su postura se alineó, lógicamente, con la izquierda. Además, colaboró en la difusión del internacionalismo, y comenzó a interesarse por las cuestiones educativas.

Regresó a Barcelona con dinero porque heredó de una discípula rica, lo que le permitió abrir en 1901 la Escuela Moderna, uno de los experimentos pedagógicos más interesantes de la historia de la educación en España. Se trataba de una escuela con un ideario racionalista e igualitario, laica y ácrata, no coercitiva, donde se practicaba la coeducación y considerada por su fundador, como natural. En 1906 ya tenía 175 alumnos, lo que supuso un éxito evidente, dado que había comenzado con una treintena. Pero esta iniciativa pedagógica fue duramente criticada por los sectores más reaccionarios y religiosos de la ciudad, sufriendo varias clausuras hasta su desaparición en 1909. Aún así su ejemplo fue seguido en muchos ateneos libertarios y escuelas.

Fundó una editorial con el mismo nombre de “Escuela Moderna”, dedicada a publicar textos del anarquismo, el sindicalismo revolucionario, manuales escolares y divulgación científica. También dirigió las publicaciones "La Huelga General" y "Tierra y Libertad".

Sus esfuerzos pedagógicos y de divulgación encontraron un amplio eco en Europa. En Bélgica y en Francia fundó en 1907 la Ligue Internationale pour l'education rationale de l'enfance. En Nueva York se publicaría 1913 el libro Orígenes e ideales de la Escuela Moderna. Es un libro póstumo y en inglés, y consiguió que su figura se reafirmase en el mundo como el anarquista español más famoso.

Ferrer i Guàrdia fue acusado por inducción al asesinato cuando un trabajador de su editorial, Mateo Morral, atentó contra los reyes el día de su boda en Madrid en 1906. Fue absuelto de los cargos en 1907, pero se le impuso una fuerte vigilancia y se cerró su Escuela. En 1909 se le volvió a detener en relación con los sucesos de la Semana Trágica. Fue ejecutado el 13 de octubre en Montjuich, después de pasar por un consejo de guerra sumarísimo. Dicho proceso provocó un escándalo internacional. De la importancia de estos hechos dan cuenta los personajes que se interesaron por salvarle la vida: H.G. Wells, A. Conan Doyle, G. Bernard Shaw o Kropotkin. Pero Antonio Maura quería que dicha condena fuera ejemplar. De todas las maneras, el escándalo terminó por derribarle del poder.

Posteriormente, en dos ocasiones se debatió en el Congreso de los Diputados la petición de revisión del proceso judicial, con el apoyo de los parlamentarios republicanos y de Pablo Iglesias, pero no se consiguió nada por la negativa de los dos partidos dinásticos y de la Lliga Regionalista. Al menos, en 1911 se revocó la parte de la sentencia relativa a la confiscación de bienes, al haber sido considerado responsable civil de los daños producidos en la Semana Trágica.

Eduardo Montagut


domingo, 27 de diciembre de 2015

Teresa Claramunt: la intensa lucha de una obrera

Teresa Claramunt constituye un ejemplo de esfuerzo y lucha en el seno del sindicalismo anarquista español, una obrera textil que muy pronto adquirió conciencia social y dedicó su vida a la causa de los trabajadores y trabajadoras. Algunos la han denominado la “Louise Michel” española. También fue una de las mujeres más brutalmente reprimidas por el poder.
Nació en Barbastro en 1862, pero muy pronto su familia se trasladó a Sabadell y, siendo una niña, se puso a trabajar en la industria textil, comenzando a formarse de forma autodidacta. El lugar de nacimiento de nuestra protagonista ha sido motivo de polémica historiográfica, porque algunos autores dicen que realmente nació en Sabadell. En todo caso, en la ciudad industrial catalana fundó un grupo anarquista, influida por el ejemplo de Fernando Tarrida del Mármol. Junto con este máximo representante del anarquismo del siglo XIX español participaría en la Huelga de las Siete Semanas de 1883 para reivindicar la reducción de la jornada laboral a diez horas, uno de los conflictos sociales más importantes en la historia social de Sabadell. Al año siguiente participaría en la fundación de la Sección Varia de Trabajadores anarco-sindicalistas de Sabadell. Su preocupación por la liberación de las mujeres le hizo colaborar con Ángeles López de Ayala y Amalia Domingo en la creación de la Sociedad Autónoma de Mujeres de Barcelona en 1892. Anteriormente estuvo en Portugal con Antonio Gurri, su marido, huyendo de la persecución policial, y donde colaboró con los anarquistas locales.
Teresa Claramunt fue víctima de la represión indiscriminada desatada a raíz de la bomba del Liceo de 1893 y del atentado del Corpus que llevó al tristemente famoso Proceso de Montjuic en 1896. En esta última ocasión fue brutalmente agredida, causando a Teresa graves secuelas físicas para el resto de su vida. Soledad Gustavo dejó constancia de este sufrimiento  y de las torturas que padeció. Claramunt no fue condenada por ningún delito pero fue deportada a Inglaterra, aunque también residió en París. En 1898 regresó a España.
Ya en el siglo XX fundó El Productor (1901) y renovó su entusiasmo luchador en la prensa, como lo demuestran sus trabajos en La Tramuntana, La Revista Blanca, para dirigir El Rebelde entre 1907 y 1908. También escribiría para una publicación inglesa Freedom. Pero no sólo se distinguió en la lucha a través de la letra impresa. En 1902 participó en los mítines en solidaridad con los trabajadores del metal y en la huelga general de febrero de ese mismo año.
En 1903 viajó a Andalucía con Leonardo Bonafulla, el seudónimo de Juan Bautista Esteve, compañero de Teresa, y que nos ha dejado otra semblanza de nuestra protagonista como una infatigable luchadora entre la cárcel y los caminos a favor de los humildes, teniendo cinco hijos que no sobrevivieron, algunos de ellos nacidos en la cárcel. Además de Antonio Gurri y Bonafulla, también José López Montenegro fue compañero suyo. El objetivo del viaje era difundir las ideas anarcosindicalistas y fomentar la lucha. En Ronda fue detenida por la Guardia Civil. Fue conducida a Málaga y enviada a Barcelona. En ese año escribió un folleto titulado La mujer. Consideraciones sobre su estado ante las prerrogativas del hombre. En la obra hacía un brillante alegato sobre la emancipación de la mujer, teniendo que ser ella la protagonista de la misma. Además formuló una profunda crítica a la educación por ser la causante de la dependencia femenina.
Teresa Claramunt siempre creyó en el sindicalismo revolucionario y no fue muy partidaria de la creación de la Solidaridad Obrera.
A raíz de los sucesos de la Semana Trágica en Barcelona fue detenida en  agosto de 1909 y confinada en Zaragoza. Allí residió hasta la Dictadura. En la capital aragonesa se empeñó en adherir los sindicatos locales a la CNT. También participó en la huelga general de 1911, y volvió a ser detenida.
Teresa Claramunt estaba muy enferma pero eso no sólo no impidió su compromiso sino tampoco la represión que se ejercía sobre ella. Cuando el cardenal Juan Soldevilla sufrió un atentado la policía entró en su domicilio para registrarlo en busca de pruebas para incriminarla. Al año siguiente regresó a Barcelona, arrastrando una salud muy precaria a causa de una parálisis que le impidió poder seguir el ritmo de lucha que había desarrollado antes. Sus compañeros anarquistas ayudaron a Teresa a poder vivir. Vivió un tiempo en Sevilla. Allí dio un mitin contra la Dictadura, para regresar después a Barcelona. En la capital catalana todavía pudo dar otro mitin en 1929. Murió unas horas antes de que los españoles votaran en las elecciones municipales de 1931, de tanta trascendencia para la Historia. Fue enterrada el 14 de abril, cuando amanecía la República en España.
Eduardo Montagut

sábado, 26 de diciembre de 2015

Soledad Gustavo: la intensa lucha de una maestra y editora

Teresa Mañé Miravet, más conocida como Soledad Gustavo, fue una destacada maestra, escritora y editora librepensadora fundamental en el universo anarquista español entre el último cuarto del siglo XIX y las cuatro primeras décadas del siglo XX. Fue esposa de otro destacadísimo librepensador, Juan Montseny Carret, más conocido como Federico Urales, con quien tuvo a otra mujer destacada en la historia contemporánea española, Federica Montseny.
Soledad Gustavo nació en Cubelles en el año 1865 en el seno de una familia acomodada, aunque realmente se crió en Vilanova i la Geltrú. Estudió magisterio en 1883 en Barcelona. Se vinculó al Centro Democrático Federalista. En este sentido es interesante señalar cómo una parte importante de los anarquistas comenzó militando en el federalismo. En 1886, con la ayuda de Bertomeu Gabarró, librepensador, abrió la primera escuela laica en Vilanova. Perteneció a la Confederación de Maestros Laicos de Cataluña. La vocación pedagógica de nuestra protagonista siempre fue constante, una de las señas de identidad del anarquismo español.
Soledad Gustavo comenzó a relacionarse con destacados librepensadores como Tarrida del Mármol, Josep Llunes i Pujals o Teresa Claramunt, y que terminaron por inclinarla hacia el anarquismo.
En 1889 participa en el II Certamen Socialista que se celebra en Barcelona y donde presentará una ponencia titulada “El amor libre”, ganando un premio. En aquella época conoce a Juan Montseny, que luego sería conocido como Federico Urales. Se casaron en 1891 y se trasladaron a vivir a Reus, donde abrieron una escuela laica mixta.
Tras el atentado del Corpus en 1896 y el Proceso de Montjuïc, Federico Urales fue detenido en dos ocasiones por su defensa en la prensa de algunos encausados. Soledad Gustavo luchará para que fuera liberado. Al final lo consigue pero es desterrado a Londres. Teresa viajará a Inglaterra en 1897. Pero allí estarán muy poco tiempo porque deciden regresar clandestinamente a España, empeñados en la revisión del proceso judicial. Después de algunas peripecias pasan a residir a Madrid donde también se reúnen varios familiares. Allí nacería Federica Montseny en 1905.
En la capital sacarán adelante dos publicaciones importantes en el ámbito del librepensamiento, La Revista Blanca y Tierra y Libertad. En ellas no sólo escribirán anarquistas. Encontraremos artículos de Azorín, Baroja, Maeztu y Unamuno, entre otros. En el año 1901 nuestra protagonista participará en el ciclo de conferencias del Ateneo en el ciclo titulado “La Sociedad Futura”.
Soledad Gustavo se empeñó en defender la causa de los detenidos en los procesos de Jerez y de la Mano Negra, y para ello viajó por Andalucía. El matrimonio se comprometió también a favor de Ferrer i Guardia, cuando fue detenido y encausado a raíz de la Semana Trágica, y que le llevó a perder la vida.
La estancia en Madrid se termina a raíz del enfrentamiento de Federico Urales con Arturo Soria. Urales había acusado al urbanista de estafa y eso provocó una fuerte presión sobre el matrimonio. Al final, deciden regresar a Cataluña en 1912. Allí consiguen reeditar La Revista Blanca y Tierra y Libertad, las dos publicaciones a las que tantos esfuerzos dedicaron. Pero además, con gran tesón, sacaron adelante una serie de proyectos editoriales. En primer lugar, estaría la colección La Novela Ideal, que publicaba cada quince días dos novelas. Se llegaron a publicar unos seiscientos números. También vio la luz la colección La Novela Libre, de novelas con más extensión. Sacaron El Mundo al Día y el diario El Luchador, periódico que duró hasta la guerra civil. En este ambicioso empeño editorial, con muy pocos paralelismos en la historia, la familia se distribuyó el trabajo. Soledad era la editora, la administradora que organizaba todo el proceso, mientras Federico y la joven Federica Montseny escribían incansablemente. Esta razón, además del ascenso que su hija tuvo en el seno del anarquismo, hizo que Soledad Gustavo pasara a un segundo plano cuando es innegable su enorme capacidad organizativa y de trabajo. Soledad Gustavo también nos ha dejado muchos artículos en estas publicaciones y en otras. Debemos destacar sus textosSindicalismo y Anarquía, y Política y Sociología.
Soledad Gustavo sufrió intensamente en la guerra civil a causa de una grave enfermedad. En 1939 tuvo que cruzar la frontera con su familia. El infortunio se cebó en nuestra protagonista porque, al romperse una pierna, tuvo que ser llevada a un hospital en Perpiñan. Allí el cáncer terminó con su energía el 5 de febrero de 1939.

Eduardo Montagut

viernes, 25 de diciembre de 2015

La Huelga General

Históricamente, la huelga general ha sido considerada por el sindicalismo revolucionario como el medio más adecuado para conseguir el triunfo de la Revolución sobre las fuerzas económicas, sociales y políticas que sostendrían el capitalismo. A través de la huelga general, los sectores productivos pasarían a manos de los obreros y campesinos, quienes expropiarían los medios de producción. Estos medios se organizarían a través de sindicatos, comités y cooperativas. Es la expresión máxima de la acción directa. En la Carta de Amiens de 1906 de la Confederación General del Trabajo de Francia se estableció que la huelga revolucionaria era el camino para llegar al final del proceso revolucionario, llegando a la total emancipación capitalista. En aquella reunión se reafirmó la independencia de los sindicatos frente a los partidos políticos.



Por su parte, en el ámbito socialista la cuestión de la huelga general fue intensamente debatida en la Segunda Internacional. En 1904 se llegó a una postura de compromiso sobre la huelga general que, en el fondo, suponía la renuncia a este instrumento para terminar con el capitalismo. Pero, al año siguiente, se reabrió el debate cuando estalló la Revolución rusa de 1905, iniciada con una huelga general. Por fin, en 1906, fueron derrotadas las tesis revolucionarias en el seno de la Internacional y se desechó definitivamente el empleo de la huelga general.

En España, tanto la CNT como la UGT utilizaron la huelga general en distintos momentos y ámbitos geográficos: en 1902 en Cataluña y en 1917 en toda España. En la línea de lo que hemos estudiado sobre las diferencias entre el sindicalismo revolucionario y el socialismo, el anarcosindicalismo español siempre fue más partidario de la huelga general que el sindicalismo socialista. Para los socialistas la huelga general generaba un desgaste de las fuerzas sindicales.
La huelga general no tiene, en la actualidad, un carácter revolucionario, ya que se emplea como un medio para solucionar problemas que no encuentran solución mediante huelgas parciales, o para acelerar cambios políticos y sociales.

Eduardo Montagut


miércoles, 23 de diciembre de 2015

El anarcosindicalismo ante la Segunda República

Los anarcosindicalistas de la CNT sufrieron una dura etapa de represión y de clandestinidad durante la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, y que les afectó de forma evidente. Los más activistas encontraron serias dificultades para la labor de los grupos de acción terrorista y su enfrentamiento con el sector más posibilista, encabezado por Ángel Pestaña, contribuyó a complicar el desarrollo de la central sindical.


En plena crisis del anarcosindicalismo por la represión y por los enfrentamientos internos surgió la FAI, la Federación Anarquista Ibérica, en Valencia en el mes de julio de 1927. Como indica su nombre, su ámbito incluía toda la Península, aunque, en principio, se le quiso dar una dimensión europea y americana a esta federación. Se trató de reunir a todas las tendencias del anarquismo. La reunión de Valencia culminaba un proceso de reuniones previas en Barcelona, Francia y Portugal. 

En dicha reunión se integraron la Unión Anarquista Portuguesa, la Federación Nacional de Grupos Anarquistas de España y la Federación de Grupos Anarquistas de Lengua Española en Francia. La FAI pretendía asegurar la hegemonía anarquista en la CNT, frente a la influencia de la minoría comunista y de los dirigentes sindicalistas reformistas más moderados. Se estableció la fórmula de la "trabazón", es decir el enlace entre la línea sindical y la de los específicamente anarquistas.

En el intenso período histórico que va desde la caída de Primo de Rivera a la proclamación de la República, los anarcosindicalistas comenzaron a movilizarse. En febrero de 1930, la CNT seguía en la clandestinidad pero se celebró un pleno de regionales, que se pronunció por la colaboración con los republicanos aunque en términos un tanto ambiguos. Se basaba en la necesidad de que se convocaran unas Cortes Constituyentes, se afirmase la libertad sindical y se amnistiase a los presos políticos. Pestaña protagonizó un acto clave para que la CNT volviera a ser legal, al entrevistarse con el general Mola, director general de Seguridad. La legalización de la central sindical permitió el resurgimiento de la actividad anarcosindicalista. 

Ángel Pestaña, Juan Peiró y otros dirigentes movieron a la CNT hacia una cierta colaboración con los conspiradores republicanos. De forma paralela, se volvía a la estrategia de la huelga y la movilización. Pero en la CNT seguía siendo poderoso el sector contrario a la colaboración con los republicanos y a aceptar compromisos con fuerzas que no fueran obreras. Por otra parte, los republicanos no se atrevieron a dar el paso de invitar a los anarcosindicalistas a la conjunción antimonárquica que se estaba formando, prefiriendo a los socialistas. 

Eduardo Montagut



martes, 22 de diciembre de 2015

Solidaridad Obrera

La Solidaridad Obrera fue una organización sindical constituida el 3 de agosto de 1907 como resultado de la coordinación de las organizaciones obreras de Barcelona. Fue la culminación de un proceso de modernización del obrerismo catalán con influencias del francés y estimulado por la creación de la Solidaritat Catalana. Desde el principio quiso tener vocación estatal y su creación había sido promovida por sindicatos diversos en Madrid, en Barcelona y Cataluña. Nació, pues, como un intento de pacto o unión entre el movimiento obrero socialista y el anarquista y como alternativa obrera al lerrouxismo y al catalanismo de la Solidaritat Catalana. Sus principales impulsores fueron Antoni Colomé, Badia Matamala, Jaume Bisbe, Ramon Lostau, Fabra i Ribas, Miquel V. Moreno, Tomás Herreros, Josep Roman, Josep Mas-Gomerí y Salvador Seguí. Las primeras reuniones comenzaron en el mes de mayo entre socialistas, anarquistas y republicanos.
El 20 de julio, treinta y dos entidades -socialistas, anarquistas, republicanas- firmaron el Manifiesto de Solidaridad Obrera a los Trabajadores de Barcelona, de fuerte influencia libertaria. Las sociedades adheridas, con el apoyo de Ferrer i Guardia, iniciaron el 19 de octubre de 1907 la publicación del semanario “Solidaridad Obrera”. Hasta la época de la Semana Trágica tuvo importantes colaboradores, como Anselmo Lorenzo. A partir de 1910 se convirtió en una publicación claramente vinculada a la creación de la CNT. “Solidaridad Obrera” es clave en la historia de la prensa española por su contribución a la difusión de las ideas y prácticas anarcosindicalistas y del movimiento obrero, en general.
En septiembre de 1908 se intentó superar el marco barcelonés y, para ello, en un Congreso celebrado en la ciudad se creó la Confederación Regional de Resistencia Solidaridad Obrera con representación de entidades de Barcelona y su provincia, Reus, Tarragona, Blanes, Girona y Palafrugell, intentando, además, mantener un cierto equilibro entre socialistas y anarquistas pero no pudiendo evitar los choques con los lerrouxistas, enfrentamiento que comenzó en el verano de 1908. Los socialistas irán siendo gradualmente marginados.
La Semana Trágica y su fuerte represión provocaron un evidente freno para la Solidaridad. El segundo Congreso, ya de ámbito nacional, se reunió entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre de 1910. En dicho Congreso los socialistas fueron contrarios a crear una organización estatal porque entraría en colisión con la UGT. En ese momento se decidió la creación de la Confederación General del Trabajo (CNT). Fue, pues, el momento que marcó el final de la Solidaridad Obrera y el comienzo de la CNT.
Eduardo Montagut


lunes, 21 de diciembre de 2015

Proudhon

Proudhon es un personaje clave a caballo entre el socialismo y el anarquismo, con una serie de planteamientos muy sugerentes, que merecen nuestra atención, especialmente los relacionados con el mutualismo y las cooperativas. En este breve artículo realizaremos una aproximación a sus ideas.
Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) fue un pensador autodidacta francés que planteó profundas críticas de la realidad de su momento. En París se relacionó con los socialistas utópicos de la órbita Fourier. Entre 1840 y 1842 publicó sus conocidas Memorias sobre la propiedad. En la primera de ellas planteó la famosa pregunta sobre qué era la propiedad, y su consideración como un “robo”. La propiedad no se basaría en el trabajo, ni en el derecho natural ni en la ley, sino en la ocupación violenta. Su existencia obligaba, por tanto, a los hombres a realizar un trabajo por el que recibían una retribución aunque parcial. Pero Proudhon no era contrario completamente a la propiedad. Respetaba aquella que nacía del trabajo. Lo ideal era que todos tuvieran la obligación de trabajar y, de ese modo, generalizar la propiedad, dejando fuera a los perezosos.
Pero su obra fundamental es su Sistema de las contracciones económicas, o Filosofía de la miseria (1846). Se trata de un texto donde se fusionan el socialismo utópico con elementos de la economía clásica liberal. En la obra se defiende el mutualismo, un sistema donde quedaría abolido el dinero y donde se establecería un intercambio justo de los productos, medio para construir una sociedad armónica. El concepto de autoridad quedaría sustituido por el del contrato libre. No serían necesarias las leyes ni las instituciones. Proudhon aborrecía la violencia como medio para transformar el orden. En contraposición se debía establecer una etapa intermedia con el establecimiento de un sistema de crédito sin intereses y la creación de cooperativas. Todo esto provocó la condena de Marx que le acusó de defender un tipo de socialismo pequeño burgués.
Proudhon participó en el proceso revolucionario de 1848 al ser elegido diputado de la Asamblea Nacional. Napoleón III le condenó a tres años de prisión por el delito de incitación al odio.
Las ideas de Proudhon se acercan al anarquismo por su fuerte crítica al estatismo socialista marxista. También fue muy crítico con la Iglesia, defendiendo el mantenimiento del concepto de familia. Del anarquismo evolucionó hacia una especie de federalismo democrático como solución al problema del Estado. También modificó su inicial ataque a los métodos violentos, al considerar en la obra La guerra y la paz (1861) que la guerra podía ser lícita en determinadas circunstancias.
Un aspecto más polémico es el relacionado con sus ideas sobre la mujer. Proudhon mantuvo una postura antigualitaria evidente porque no contemplaba el destino de la mujer fuera de la familia y el hogar.
En conclusión, Proudhon ejerció una gran influencia en el movimiento obrero francés, en los anarquistas, y en los socialistas defensores de fórmulas cooperativistas.

Eduardo Montagut

sábado, 19 de diciembre de 2015

Fernando Tarrida del Mármol. Historia de un anarquista

En este trabajo abordamos la vida y obra de Fernando Tarrida del Mármol, escritor anarquista español fundamental en la transición entre los siglos XIX y XX.
Fernando Tarrida del Mármol nació en La Habana en el año 1861 en el seno de una familia adinerada que había emigrado de Cataluña. Su tío era el general Donato Mármol. Pero la familia decidió regresar a España y se afincaron en Sitges donde instalaron una fábrica de calzado. Fernando estudió en Sant Gervasi (Barcelona) y en Toulouse, en su Liceo. En 1880 entraría en la Universidad de Barcelona.
Nuestro protagonista comenzó a interesarse muy pronto por la política en el ámbito del republicanismo federal pero siendo aún muy joven se cruzó en su vida el máximo exponente del anarquismo español, Anselmo Lorenzo, encuentro que le marcó porque abrazaría esta causa y rompería con su familia. Estudió ingeniería en Barcelona, aunque decidió, después de pasar una etapa de penurias en la que intentó sobrevivir dando clases particulares a universitarios, ya que su familia dejó de mandarle dinero, marchar a París a estudiar en la Escuela Politécnica.
En la capital francesa Tarrida afianzó su compromiso anarquista, asistiendo a reuniones y congresos, representando a los anarquistas españoles. Fue ganando fama, conociendo a importantes figuras, titulándose como ingeniero industrial y hablando varios idiomas. Fue profesor y dirigió la Escuela Politécnica de Barcelona.
Tarrida escribió numerosos artículos de teoría anarquista en las principales revistas como AcraciaLa Revista Blanca y El Productor. Conoció a Francisco Urales y llegó a colaborar con Ferrer i Guardia en su Escuela Moderna. No sólo publicó en los periódicos anarquistas; también fue corresponsal en Londres de El Heraldo de Madrid, y publicó en prensa extranjera francesa como en L’Intransigeant y en el Daily Mail londinense, entre otros.
Uno de sus artículos es fundamental para entender su concepción del anarquismo, como una teoría sin adjetivos. Se trata de un trabajo publicado en La Révolte en el año 1889.
Tarrida conoció y trató a los principales protagonistas del anarquismo como Piotr Kropotkin y Enrico Malatesta.
Tras el Proceso de Montjuïc de 1896 decidió exiliarse en Francia, Bélgica y Gran Bretaña.  Interesa destacar sus críticas a la forma de actuar de las autoridades españolas que reprimieron indiscriminadamente a los anarquistas, y que recogería en su obra Los inquisidores españoles.
En Londres siguió difundiendo el anarquismo. Allí moriría en 1915.

Eduardo Montagut

viernes, 18 de diciembre de 2015

La Revista Blanca

 La Revista Blanca, con el subtítulo de “Psicología, Ciencias y Artes”, fue una publicación que sacó adelante el matrimonio de librepensadores formado por Soledad Gustavo (Teresa Mañé) y Federico Urales (Juan Montseny) en dos períodos. Se trató de una de las realizaciones más importantes en el universo editorial del anarquismo español, tan rico y tan poco conocido hoy en día.
La primera etapa de la publicación, entre 1898 y 1905, se desarrolló en Madrid. En esta época la revista contó con la colaboración de personajes de la talla de Miguel de Unamuno, Manuel Cossío, Leopoldo Alas, Giner de los Rios, entre otros, junto con lo más granado del anarquismo español: Anselmo Lorenzo, Ricardo Mella, Fernando Tárrida del Mármol, Leopoldo Bonafulla y Teresa Claramunt. En cierta medida fue un puente entre la intelectualidad y el anarquismo o el movimiento obrero, una cuestión que tiene una evidente importancia en la historia de la cultura en la España contemporánea. En aquella época la tirada llegó a unos ocho mil ejemplares. En 1899 se creó un suplemento, que con el tiempo pasaría a ser el semanario Tierra y Libertad. La publicación se empeñó en la defensa de la revisión de diversos procesos que afectaron a los anarquistas, además de luchar por la reorganización de la Federación Regional Española de la Internacional.
Cuando el matrimonio pasó a residir, después de varias peripecias y vicisitudes, definitivamente en Cataluña, volvió a reaparecer el 1 de junio de 1923 en Barcelona, meses antes del golpe de Miguel Primo de Rivera, que inauguraría su Dictadura y el fin de la Monarquía de Alfonso XIII. Hasta noviembre de 1933 tuvo una periodicidad quincenal. A partir de entonces y hasta agosto de 1936, ya iniciada la guerra civil, pasó a ser semanal. En este momento la publicación se dedicó a la defensa de la teoría anarquista frente a las tesis anarcosindicalistas y la CNT. Escribieron Max Nettlau, Adrián del Valle, Carlos Malato, Diego Abad de Santillán, Sebastián Faure, Luigi Fabri, Germinal Esgleas, Casimiro Pla, Juan Gallego, Felipe Alaiz, el propio Federico Urales, etc.
En relación con la revista se editaron las colecciones de novelas políticas La Novela Ideal y La Novela Libre, un ambicioso proyecto editorial. La primera colección sacaba dos novelas cada quince días, y la segunda contenía novelas de mayor extensión. Soledad Gustavo era la editora, la persona que administraba y coordinaba todo frente a Federico Urales y Federica Montseny, la hija de ambos, se dedicaban a escribir incansablemente. Es difícil encontrar una empresa cultura de este tipo en la historia.

Eduardo Montagut

jueves, 17 de diciembre de 2015

Soledad Gustavo y Federico Urales

En este artículo nos acercamos a dos personajes fundamentales de la historia del anarquismo, padres a su vez, de otra de las figuras claves del propio anarquismo y de la Historia de España, Federica Montseny.
Soledad Gustavo nació en Vilanova i la Geltrú en el año 1865. En realidad, su nombre era Teresa Mañé y estuvo casada con Federico Urales, padres ambos de la líder anarquista Federica Montseny, como hemos expresado. Soledad Gustavo se preocupó de los derechos de la mujer y está considerada una de las principales feministas dentro del anarquismo español. Fundó una escuela librepensadora y dedicó gran parte de su vida a escribir en revistas libertarias como “La Tramontana”, “El Productor”, “La Revista Blanca”, “Tierra y Libertad”. Entre sus obras destacarían las siguientes: La sociedad futura (1899) y El sindicalismo y la anarquía (1933). Soledad Gustavo murió en Perpiñán en 1939.
Federico Urales, pseudónimo de Juan Montseny, por su parte, fue también un destacado anarquista, que nació en 1864 en Tarragona. Fundó y dirigió la Escuela Laica de Reus. Procesado en Montjuich (1896-97), fue encarcelado y luego desterrado. Vivió en Londres y París. Fue un escritor incansable. Escribió en “La Revista Blanca” y “Tierra y Libertad”. Dirigió dos colecciones de novela libertaria en los años veinte: La Novela Libre y La Novela Ideal. Estas colecciones tuvieron una honda repercusión popular y sirvieron para hacer llegar a un amplio sector de la población las ideas anarquistas, la fe en la ciencia y en la razón. Murió en el exilio francés en el año 1942, unos pocos años después que su compañera.
Eduardo Montagut

Federica Montseny

Federica Montseny nació en 1905 en Madrid, hija de Joan Montseny (Federico Urales) y Teresa Mañé (Soledad Gustavo), dos personajes fundamentales del anarquismo español. Desde muy jovencita, dado su ambiente familiar, se vio inclinada a la escritura con fines revolucionarios. Durante la Dictadura de Primo de Rivera inició una colaboración en “La Revista Blanca”, escribiendo sobre temas literarios y filosóficos. En esta misma época publicó sus primeras novelas. Su pasión literaria se transformó en actividad política cuando fue proclamada la Segunda República. En junio de 1931 ingresó en la CNT. Montseny estaba preocupada por la cuestión de la revolución anarquista en línea con el pensamiento que consideraba que la revolución nacería en el campo, extendiéndose luego a la ciudad. Pero, por otro lado, no estaba de acuerdo con el ataque frontal a la República como pretendía el grupo “Nosotros”. También escribió y luchó intensamente por la igualdad entre hombres y mujeres.
En noviembre de 1933 fue nombrada redactora del periódico “Solidaridad Obrera”. En el congreso de la CNT, celebrado en Zaragoza en mayo de 1936, participó en la elaboración de la ponencia sobre comunismo libertario, junto con Zubizarreta, Ascaso y García Oliver.
Al día siguiente del fracaso de la sublevación militar en Barcelona, el Comité Peninsular de la FAI le pidió que aceptara ser miembro del mismo. Fue designada delegada en el Comité Regional de la CNT. Al poco tiempo se encargó de representar a la regional catalana en el Comité Nacional.
Montseny participó en el gobierno republicano. Al igual que García Oliver, justificó esta entrada en el gobierno porque consideraba que era necesaria para impedir el desplazamiento de los libertarios de la dirección del proceso revolucionario. Fue ministra de Sanidad y Asistencia Social desde noviembre de 1936 hasta mayo de 1937 cuando cayó Largo Caballero. Esta participación le costaría no pocos disgustos y conflictos, y generaría una intensa polémica en el seno del anarquismo. En el corto espacio en el que Federica Montseny fue ministra desarrolló una intensa actividad. Ideó espacios de acogida para los niños, comedores para embarazadas, centros “liberatorios” para prostitutas, un listado de profesiones para que pudiera ser ejercidas por minusválidos, y el primer proyecto de ley del aborto en España, aunque en Cataluña existía ya una ley propia. Pero el poco tiempo en el que tuvo responsabilidades políticas impidió que sus proyectos pudieran funcionar o ponerse en marcha; solamente consiguió abrir un hogar para niños en Valencia y un comedor para embarazadas.
Hasta el final de la guerra desarrolló una intensísima labor propagandística, tarea en la que siguió empeñándose al terminar la contienda en el exilio. Federica Montseny falleció en Toulouse en 1994.
Entre sus obras citaremos las siguientes: La Victoria. Novela en que se narran los problemas de orden moral que se le presentan a la mujer de ideas modernas (1925)El hijo de Clara. Segunda Parte de La Victoria (1927), y Acción de la mujer en la paz, y en la guerra (1938), una conferencia que pronunció en el Centro de Mujeres Libres.

Eduardo Montagut