domingo, 28 de febrero de 2016

La Huelga de La Canadiense

 En este mes de febrero se cumplen 97 años de la huelga de La Canadiense (1919) en Barcelona, un conflicto social de gran importancia en la Historia del movimiento obrero y en el proceso de descomposición final de la Monarquía de Alfonso XIII, por sus repercusiones nacionales.
Mientras se producía una crisis política permanente, España vivía una fuerte crisis económica al terminar la Gran Guerra, y que se puede resumir en los siguientes rasgos: contracción de la demanda con cierre de empresas, consiguiente aumento del paro y rebajas salariales. Esta situación provocó un aumento de la conflictividad social, en plena Revolución Rusa, ejemplo del triunfo del socialismo.
El descontento de los obreros fue dirigido por los sindicatos, en plena expansión: UGT y CNT. La acción sindical se intensificó en el campo, en las zonas industriales y las grandes ciudades. En Andalucía se produjo el conocido como trienio bolchevique, provocado por las condiciones de vida de los jornaleros. En Barcelona se concentró el mayor nivel de violencia entre los años 1919 y 1923, a causa de la fuerza de la CNT y la dura respuesta de los patronos. El gran conflicto de esta época fue la huelga de 1919 iniciada en la empresa La Canadiense a principios del mes de febreroEsta compañía era conocida con este nombre porque el principal accionista de la Compañía era elCanadian Bank of Commerce of Toronto. Se dedicaba al suministro eléctrico de Barcelona. El conflicto surgió cuando los trabajadores decidieron organizarse sindicalmente, provocando la reacción del gerente de la empresa que intentó desunir a los obreros. El enfrentamiento se complicó con el despido de los que habían organizado el sindicato. Este hecho desencadenó una gran movilización interna, y los trabajadores se dirigieron al gobernador civil, que les prometió mediar si volvían al trabajo. Pero al regresar al puesto de trabajo se encontraron con la policía que les impidió entrar, produciéndose incidentes. El despido siguió adelante.
Estos hechos desencadenaron una reacción en cadena por la capital catalana. Los trabajadores acudieron a la CNT. Se formó un comité de huelga y se crearon las consabidas cajas de resistencia. El suministro eléctrico se vio seriamente comprometido y, al final la ciudad se paralizó durante 44 días, ya que sin electricidad era muy difícil que prosiguiera la producción industrial. Fue un éxito a pesar de la contundente intervención de las tropas y de la llegada de Martínez Anido.
Al final, por mediación del gobierno se consiguió un acuerdo por el que se readmitía a los despedidos y se conseguía la jornada de ocho horas, aunque ni la patronal ni los militares estaban de acuerdo, que siempre apostaron por la línea dura. Ante la fuerza de la CNT y el acuerdo que estipulaba la readmisión de los obreros despedidos, la patronal recurrió al cierre empresarial y creó una milicia privada, el somatén, e incluso contrató a pistoleros a sueldo para asesinar a los dirigentes sindicales y se consiguió la ayuda de los Sindicatos Libres para enfrentarse a los dirigentes obreros. Los militares hasta se negaron a liberar a los detenidos. Los sindicalistas recurrieron, a su vez, a la violencia. Los sectores más radicales de la CNT se impusieron y decretaron la huelga general.
La intensa conflictividad social y, sobre todo, la violencia desatada entre pistoleros de un lado y otro entre los años 1919 y 1921 llevó al gobierno, fuertemente presionado por la patronal catalana a declarar el estado de guerra, suspendiendo las garantías constitucionales y cediendo el mantenimiento del orden a los militares en Barcelona. Martínez Anido pasó a hacerse cargo del puesto de gobernador civil. En 1921 se aprobó la “Ley de Fugas”, que permitía matar a los detenidos que intentaran huir. Esto permitió el asesinato impune de muchos dirigentes obreros.

Eduardo Montagut

martes, 23 de febrero de 2016

Los inicios del anarquismo en España

En este artículo planteamos las líneas generales del inicio del anarquismo en España hasta el final del siglo XIX.
El anarquismo se extendió en España a partir de la Primera Internacional. En esta difusión de las ideas anarquistas tendría un evidente protagonismo Giuseppe Fanelli, amigo de Bakunin. En el primer Congreso Obrero, celebrado en Barcelona en 1870, se creó la Federación Regional Española de la AIT, siendo mayoría los partidarios de las ideas de Bakunin. En el Congreso de Córdoba de 1872 se rechazaron las resoluciones aprobadas en el Congreso de La Haya, y se decidió adherirse a la Internacional disidente anarquista que se constituyó en Saint-Imier.
Mientras tanto, el fracaso del cantonalismo y la intervención de Pavía marcando el final de la Primera República marcaron el fracaso del internacionalismo en España. Surgieron grupos clandestinos y defensores de la Revolución. Esta situación cambió cuando en 1881 el gobierno liberal inició una política de mayor tolerancia hacia el asociacionismo obrero. Un sector de los anarquistas catalanes, partidarios de las acciones sindicales abiertas y no clandestinas, consiguieron crear la Federación de Trabajadores de la Región Española. En el Congreso de 1882, y que se celebró en Sevilla, se comprobó el auge de dicha Federación porque ya contaba con 50.000 afiliados, especialmente del mundo industrial catalán, y de Andalucía, las dos zonas donde siempre el anarquismo español tuvo sus mayores fuerzas.
En Andalucía los grandes propietarios comenzaron a temer la fuerza creciente del movimiento obrero anarquista, y como respuesta desarrollaron una lucha sistemática. El resultado de esta represión fue la detención de centenares de trabajadores, consiguiendo desarticular muchas organizaciones o federaciones. El episodio más famoso fue el de la Mano Negra en Jerez. La Guardia Civil descubrió a una sociedad secreta con dicho nombre y a la que se quiso identificar con la Federación de Trabajadores de la Región Española. Se usó el pretexto de dos asesinatos perpetrados pero que no tenían un móvil social para iniciar un proceso judicial contra la Mano Negra que concluyó con la ejecución de siete campesinos, varias condenas perpetuas y algunos destierros. Esta represión fue muy eficaz, ya que la Federación terminó por disolverse en 1888.
Eso no fue obstáculo para que fuera del control de la Federación hubiera pequeños grupos anarquistas autónomos, aunque de vida efímera. Su filosofía se basaría en la acción directa, o como se conocía, de la “propaganda por el hecho”, es decir, con atentados, empleando el terror. En la década de 1890 comenzó una cadena de atentados, especialmente en Barcelona. El hecho más famoso fue el de la bomba del Teatro del Liceo, que provocó una verdadera matanza. Esta acción motivó la aprobación de la Ley de Represión del Terrorismo. Dicha represión se puso en marcha, llegando al Proceso de Montjuïc con cinco penas de muerte, veinte condenas de prisión y algunas deportaciones. El proceso tuvo una enorme repercusión en toda España y en el extranjero, con diversos actos de denuncia y protesta. Una de sus consecuencias fue el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 por parte del obrero anarquista Angiolillo.

Eduardo Montagut